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Los museos, cruciales para la democracia cultural, son la punta del iceberg del complejo sistema cultural y económico. Juegan un papel relevante en el desarrollo de la economía local y son circundados por un amplio rango de actores, artistas, audiencias, trabajadores «freelance» y compañías creativas.
En el corazón de sus misiones sociales, educativas y culturales, y para enfrentar los retos de inclusión y diversidad, los museos ya han propuesto numerosas iniciativas: proyectos comunitarios, exposiciones itinerantes, actividades educativas para todas las edades, visitas adaptadas para personas con habilidades diferentes, entre otros. Sin embargo, a pesar de la ambición de llegar a todos todavía hay un largo camino por recorrer para tener una oferta que conecte con todas las comunidades que atañen.
Los museos deben ser flexibles frente a una sociedad constantemente cambiante. ¿Quién es el objetivo de nuestro museo? ¿Quién decide que es de interés y cómo presentarlo? ¿En qué criterios se basan esas decisiones? Estas son las interrogantes que surgen en tema de accesibilidad e inclusión.
Estas preguntas son aún más relevantes en el contexto de una pandemia global sin precedentes, por la que todos los museos han tenido que cerrar sus puertas. En este periodo de contención, la oferta digital se ha vuelto la única disponible para los museos, quienes han tomado ventaja de las herramientas para seguir teniendo sus servicios accesibles para los visitantes. Con un par de clicks, el público puede accesar aplicaciones móviles, sitios web, redes sociales y exposiciones virtuales. De hecho, ha habido un incremento de casi 200% en el número de visitas en los sitios de museos desde el inicio de la epidemia, lo que ha garantizado satisfactoriamente la continuidad de la oferta museística.
Una vez que esta observación se ha hecho, después de COVID-19, los museos definitivamente tendrán que ser más creativos, ya que la oferta digital por sí sola no es suficiente y los visitantes necesitan diferentes maneras de experimentar y estar en contacto con el arte y la cultura. Si en años recientes la experiencia del visitante ha estado centrada en participación, interacción o activación multi-sensorial, es fácil imaginar porqué la audiencia puede sentirse renuente o temerosa de estar en un museo: pantallas táctiles, multitudes, equipos de realidad virtual, audios, espacios cerrados.
Estamos en la posición para decir que tendremos que repensar los servicios ofrecidos por los museos y los medios museográficos para compartir conocimiento y patrimonio: una manera distinta de sumergir a los visitantes en el corazón de una experiencia, de conectar con ellos, mientras adoptamos nuevas normas de comportamiento.
Aún cuando tenemos que reflexionar nuevas estrategias para implementar y nuevos medios creativos por establecer, me parece relevante incluir en esta discusión a todas las comunidades y actores que conciernen. Una nueva generación de museos, combinando innovación cultural, desarrollo de economía local e inclusión social, puede nacer de un trabajo de co-construcción, el que continuará apoyando, como ya lo hace, un ecosistema indispensable.
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