Debido a la pandemia todos los eventos artísticos y culturales alrededor del mundo se vieron impactados de alguna u otra manera. La Ciudad de México no fue la excepción. Este año la Semana de Arte –generalmente protagonizada por Zona Maco, Material Art Fair y Salón Acme– ocurrirá en formatos alternativos.
A pesar de la dinámica tan distinta a años anteriores, MASSIVart no quiere dejar pasar la oportunidad para dar a conocer el trabajo de talentosos artistas y destacados agentes culturales de México. Durante esta semana, le daremos espacio a diferentes artistas y galeristas para que nos compartan sus percepciones y experiencias dentro de la escena de arte nacional.
En esta ocasión, tuvimos la oportunidad de platicar con la artista Othiana Roffiel.
Othiana Roffiel (Ciudad de México, 1990) estudió Artes Visuales en el Savannah College of Art and Design en GA, EUA, donde se le otorgó el reconocimiento de summa cum laude y el Premio a la Excelencia Académica en Pintura (2012). Fue becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA (2019-20) y actualmente participa en la XIX Bienal de Pintura Rufino Tamayo.
Su trabajo ha formado parte de diversas exposiciones: 50 mujeres, 50 obras, 50 años en el Museo de la Ciudad de México (2020); La persistente insistencia del juego, individual en Casa Equis, curada por Leslie Moody Castro (CDMX, 2019); Nueva piel para una vieja ceremonia en Galería Karen Huber, curada por Luis Hampshire (2019); Untitled (Open Space) en ICOSA Collective (Austin, TX, 2019); El castillo de los ladrillos rotos, de Guadalajara 90210 (CDMX, 2019); entre otras.
En los últimos dos años de prepa tomé una clase de arte muy rigurosa; teníamos que consolidar un cuerpo de obra cohesivo. Ahí me cayó el veinte de que no solo me gustaba el arte, sino que quería dedicarme a eso.
En un sentido amplio, me pregunto sobre las maneras en las que la pintura configura el pensamiento pictórico y genera significados dentro del imaginario contemporáneo. Más específicamente, con el propósito de retar nuestras preconcepciones sobre la forma en la que navegamos el espacio de la pintura, cuestiono cómo operan distintos lenguajes visuales y cómo se relaciona el espectador con estos.
Observar e intercambiar. Por un lado, dialogo con mi presente y pasado artístico: investigo, hablo con mis colegas, escribo, voy a museos, leo y escucho podcasts. Pero por el otro lado, converso con mi día a día: camino mi entorno cotidiano y observo los elementos que que existen en este; también noto cómo mi cuerpo transita estos espacios y cómo interactúa con sus objetos. Muchas veces, las cosas que menos imaginamos son las que más incitan la creatividad —desde las formas de un cactus, hasta el color de una barra de jabón Zote—.
Fértil, compleja y polifacética.
Claro, el arte no existe en un vacío. Mi contexto inmediato, en este momento la escena del arte en México, inevitablemente impacta no solo mi producción, sino también su lectura.
Hay muchos monólogos y pocos intercambios. Se nos olvida que para seguir construyendo necesitamos tener conversaciones más profundas, plurales, críticas y solidarias, y, para hacer eso, se requiere estar más abiertos a otros puntos de vista y ejercer una escucha más activa.
Híjole, cada una tiene lo suyo y contribuye a la escena de distintas formas; sin embargo, en cuanto a pintura, la Galería Karen Huber (@khgaleria) está haciendo un trabajo importante.