El rostro de nuestra gente revela la conexión duradera de Banco Azteca

En 2022, Banco Azteca celebró su 20º aniversario honrando a sus clientes y colaboradores a través de una notable pieza de arte. En el corazón de esta conmemoración se encuentra una profunda apreciación hacia las personas que han contribuido al impresionante crecimiento y establecimiento de Banco Azteca como uno de los bancos líderes en México. Banco Azteca se asoció con MASSIVart para crear una impactante escultura que refleja su base de clientes, colaboradores y fuerza laboral.

MASSIVart se encargó de curar y gestionar la producción e instalación de «El rostro de nuestra gente». El artista local y matemático Juan Pablo de la Vega Castañeda fue encomendado con la creación de un algoritmo y utilizó inteligencia artificial para crear una escultura que rindiera homenaje a las personas que han moldeado la historia de Banco Azteca. Esta pieza de arte denota innovación, reflejando la esencia vanguardista del Banco.

Abrazando la prosperidad incluyente
Banco Azteca, impulsado por su compromiso con la prosperidad incluyente, reconoció la necesidad de celebrar y reconocer a la diversa comunidad que conforma su fundamento. La escultura se convirtió en un símbolo de gratitud, honrando el esfuerzo colectivo, los sueños y aspiraciones de todos aquellos que han sido parte de la familia de Banco Azteca.

En el corazón de esta impresionante escultura se encuentra la fusión de miles de retratos fotográficos, combinando los rostros de los clientes de Banco Azteca para crear un poderoso símbolo de unidad. Lo que eleva aún más esta obra de arte es la integración de la inteligencia artificial, que le permite visualizar y representar el futuro del banco. Al celebrar a su comunidad, Banco Azteca enfatiza el valor de la unidad y el espíritu colaborativo que ha impulsado su éxito.

Una obra de arte impulsada por la comunidad
Más que una simple escultura, «El rostro de nuestra gente» encapsula el aprecio, el respeto y la colaboración que Banco Azteca brinda. La pieza fue instalada temporalmente cerca del Jardín del Arte Sullivan, en la Ciudad de México, para posteriormente ser trasladada a su ubicación final, la Universidad de la Libertad. Esta colaboración significativa e innovadora ha resultado en una pieza impulsada por la comunidad, que sirve como un vívido recordatorio de las infinitas posibilidades que esperan en el futuro.